La primera vez que escuché este adjetivo para describir a un amigo no supe qué significaba. De chocolate?? Qué demonios significa eso? Y pues bueno, ya me explicaron que un amigo de chocolate es aquél que ahí está, pero que no responde a lo que realmente significa un amigo.
A través de todos estos años puedo decir que he hecho muy buenas amistades, amigas y amigos que considero estarán ahí para mí para siempre, que de una u otra forma se comunican, por lo menos 1 vez de rato en rato. Amigos que desde pequeña he cultivado, que han estado ahí para mí en los momentos difíciles, que me han apoyado, que conocen mis más grandes virtudes, mis defectos, y mis tragedias. Amigos con los que sé que cuento, y que a pesar de que estoy a kilómetros de distancia, se cuestionan cómo estoy y cómo me va. Otros amigos que quizás formé hace poco, pero que para mí comienzan a tomar bastante significado.
También tengo bastantes amigos y amigas de chocolate, que por más que quiero estar ahí para ellas o para ellos nomás no lo logro. Aquellos amigos con los que quizás no cuento del todo, y que sé que quizás podrán escucharme pero no prestarán el interés que requiero, o que no podrán aconsejarme porque desconocen de mí. Pienso que para hacer amigos verdaderos se requieron dos partes, la mía y la de ellos.
Quiero seguir cultivando amigos verdaderos, amigos que estén ahí para mí, que me acompañen en mis penas, en mis pedas, en mis locuras, en mis lágrimas. Amigos que saben que estoy del otro lado de la ciudad y que de repente marcan para saber cómo va todo. Me puse a pensar que yo he abandonado un poco a muchos de los amigos que sé que resienten mi falta de comunicación, lo siento.
Decirles a aquellos amigos (ustedes saben quiénes son) que agradezco que estén ahí para mí hoy y siempre. Porque, ¿qué sería de la vida sin los amigos verdaderos?
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