Ya ves que cuando eres pequeña (y por pequeña me refiero a una niña inocente que no sabe ni qué pedo), tus primos mayores suelen cuidarte de más y te dicen: "Y no vayas a dejar que te toquen, y que ni se le ocurra al pendejete intentarlooo o se las verá conmigo, y si lo intenta y no estoy ahí para madrearlo, ¡lo quitas!." Sí, todavía recuerdo aquella primera vez que simplemente decidí ignorar esa frase en mi cabeza. Estaba en el portón de mi casa despidiéndome de Pablo con un beso apasionado después de una ida al cine.
El me abrazó fuertemente, me comenzó a dar besos en el cuello, luego en los labios, sus manos intentando alcanzar algo más, algo que por primer vez sería desabrochado con otras manos diferentes a las mías. Unas manos fuertes y grandes, delicadas y siempre atentas. Alcanzó mi sostén con ambas manos, y lo desabrochó. Sentí las mariposas en el estómago y me emocioné un poco. Recordé las sabias palabras de mi primo y las mandé al carajo. Escaló rápidamente toda mi espalda y me tocó suavemente. Después lo despedí con un gran beso y por la noche no pude dormir.
Pasó el tiempo y a Pablo se le otorgaron más permisos silenciosos (aquellos que no se niegan), después no sólo desabrochó mi brassier. Alguna vez jugamos Strip Poker, fue divertido porque gané. Eventualmente los dos terminamos desnudos y esa noche dormimos juntos en mi cama. Es increíble el sentimiento de pertenencia, de deseo carnal. Eramos los único existentes y sólo yacíamos ahí acostados, abrazados uno del otro hasta quedar dormidos.
Meses después, él ya era mío. Tomé su virginidad con mis garras y los dientes, se la arranqué a pedazos. Todavía recuerdo la fecha, el instante, el lugar, el cómo, el pre, el after. Cada detalle de cómo sucedieron las cosas, lo que llevaba puesto, su aroma, su piel, la música de fondo: BossaNova, mi elección.
Y cómo da vuelta la vida. Meses desupués estaría yo abandonándolo: falta de pericia, de acción, de pasión. Falta de amor. Y habrá de llegar otro galán que llene el vacío y entonces habré alcanzado la plenitud de felicidad.
Meses después, él ya era mío. Tomé su virginidad con mis garras y los dientes, se la arranqué a pedazos. Todavía recuerdo la fecha, el instante, el lugar, el cómo, el pre, el after. Cada detalle de cómo sucedieron las cosas, lo que llevaba puesto, su aroma, su piel, la música de fondo: BossaNova, mi elección.
Y cómo da vuelta la vida. Meses desupués estaría yo abandonándolo: falta de pericia, de acción, de pasión. Falta de amor. Y habrá de llegar otro galán que llene el vacío y entonces habré alcanzado la plenitud de felicidad.
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